sábado, 17 de enero de 2009

Alguien especial

"Sabes, cielo, tampoco yo sé bien que le encuentro a semejante amargado. Tú mismo lo has visto, en cuanto lleva un par de copas encima, no deja de hablar de ella. Y aún así, jamás he cortado su historia ni he dejado de compadecerle. Tampoco le he negado nunca una cita, aunque en ocasiones me haya dejado plantada. Es el único cliente que puede presumir de que fuera de La Lola's quede con él, y aún así, me desperdicia como a un despojo cualquiera. Y es que no son pocos los que me pretenden, cielo, pero sí a los que no mando a paseo, y él…"

Definitivamente, sí había algo más entre Leyre y aquel pobre diablo. Para que luego diga Alvite que en La Lola's no ocurren cosas interesantes. Ella me había engañado a base de bien. Creía yo viendo a ese sujeto que quizá ella tuviese algo especial, como Earnie, como para que la gente le contase sus penas al segundo sorbo de bourbon, y lo único que tenía de especial, a lo sumo, habrían sido un par de polvos en alguna noche lluviosa. No podía reprocharle nada, aún así, encima de tener que soportar sobre sus hombros aquel aura divina, tampoco iba yo a ponerme quisquilloso con la chica porque el estar detrás de la barra la equiparase con el sacerdote de mi parroquia. No creo que le faltase, además, razón en eso de que no serán pocos los que le pretenden ya que sin ser una top model, he de reconocer que la chica está de muy buen ver. No es que a mi me guste la chica, pero hay que reconocerle el mérito al chico para conquistarla.

Le falta bastante a Leyre para ser como "La Mesa", "La Hipotenusa" y "El Señor Andrés", por suerte. Al menos, tres sesiones de chapa y cuatro de pintura, más dos semanas siguiendo la dieta de la alcachofa. También debería crecer medio metro más, ese medio metro de aguja que utilizan Las Tres Desgracias para elevarse sobre lo que ellas consideran el populacho, que no es, en realidad, más la gente normal. No exhibe tampoco tanto postureo como ellas. Sí comparten el que tampoco ella tiene el glamour de las estrellas que se retocan el maquillaje en los lavabos del Savoy, quizá porque alguien como ella, en el local de la Gran Manzana, sólo conseguiría empleo para limpiar estos.

En esto último, al menos, ganaba con respecto a las otras. Ellas jamás se rebajarían a limpiar los bajos, ni tan siquiera los suyos, mientras Leyre no lleva anillo alguno en la mano como para no bajar el lomo para frotar el suelo, o quién sabe, si para limpiar algún que otro bajo. Lo poco que con ella he tratado, no parece de las que hacen esto último, la verdad. Es mundana, sí, pero recatada, sin caer en lo pedante de las tres desgracias. No es que a mi me importe a lo que se rebaja, en su vida laboral o sentimental, pero sí parece extraño que lo haga en esto último, y sin embargo, con ese imbécil lo hace.

Siguió contándome entre copa y copa servidas que también ella había estado enamorada, y que quizá esa compasión que por él sentía se debiese al hijoputismo que había tenido que soportar. Le corté diciendo que por la caridad entra la peste, pero rápidamente contestó "cuando has estado con alguien tan testarudo como para haber necesitado el baño de su casa para ser bautizado, cielo, te das cuenta de que hasta un chute de bubónica puede funcionar en el amor mejor que cualquier psicotrópico". Intuí que o que pretendía decirme con eso es que, en ocasiones, el amor es ciego.
De repente, vi entrar al "Señor Andrés" del fornido brazo de uno de los chicos del billar, y supe que de estar en lo cierto en mi interpretación, Leyre tenía razón, y más cuando nos miramos y me dijo "cielo, he dicho bubónica, no oligofrenia". También con ello llevaba razón, pues sólo un oligofrénico podría dejarse tocar por "aquello".

El hombre que nos había hablado el día anterior de ella, aseveró, "Dios los da, y ellos se juntan. Sólo espero que así se los encuentre el día del Juicio. De lo contrario, tendrá que malgastar mucho dinero en taxi para ir a la mierda donde se tope aquel que encuentre de último". Yo, la verdad, dudo que Dios vaya en taxi, pero por su bien, y de ser así, espero que se cumpla la petición de aquel bendito… o que la crisis le pille confesado.

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