sábado, 1 de mayo de 2010

I've got you under my skin

Suenan las palabras del maestro con Sinatra de fondo. De nuevo se unen dos grandes en este rincón para hablar de Casablanca, como si fueran cosas de ayer y hoy.

Cinismo en la niebla

En la escena final de "Casablanca", Rick Blaine le pide a Ilsa Lund que se suba al avión que la alejará de él. Parece el sublime acto de generosidad de un hombre dispuesto a renunciar al amor de una mujer hermosa para no interferir en sus relaciones matrimoniales ni perjudicar el apoyo que ella le presta a su marido en la lucha por una causa patriótica. ¿Lo es realmente? ¿Se trata de un sublime y doloroso acto de desprendimiento? ¿No será tal vez la cruel venganza de Rick por haber sido antes abandonado por ella cuando vivían en París la dulzura sentimental de lo que empieza? ¿No habrán fermentado hasta el rencor los agridulces recuerdos del enigmático americano?
Por más veces que revise la vieja película de Curtiz, no acabo de creer que Rick siga enamorado de Ilsa, ni que a ella en su reencuentro con él le interese otra cosa que no sea conseguir los salvoconductos para ponerse a salvo de los nazis al lado de su marido. Años atrás el humo de un tren los había separado en París y al final de la película es la niebla del aeropuerto de Casablanca lo que vuelve a distanciarlos. Una mujer enamorada jamás habría tomado ese avión, ni un hombre que sintiese lo mismo se habría quedado cruzado de brazos. Ilsa insiste en quedarse en Casablanca, pero lo hace seguramente a sabiendas de que la resistencia de Rick a que se quede le servirá de pretexto para aparentar un dolor y una resignación que en el fondo no siente. Él lo sabe desde la decepcionante experiencia parisina y oculta con algunas frases falsamente sentimentales su deseo de que ella se suba aquel maldito avión antes que la niebla espese y frustre el despegue. En medio de un falso dramatismo, ella esconde su egoísmo y él disimula su rencor. En la famosa escena nocturna en el aeropuerto, una de las más hermosas del cine, realmente solo es sincera la niebla. Puede que una despedida así sea decepcionante para los amantes de los finales felices, pero lo cierto es que el distanciamiento a última hora de Ilsa y Rick es lo que hace de "Casablanca" una película realmente hermosa gracias precisamente a esa conclusión en apariencia tan desalentadora. Rick es un cínico y sabe por experiencia propia que el amor raras veces sobrevive a la rutina de la felicidad y que al cabo de algunos meses, tal vez unos pocos años, a él le molestará llevar tanto tiempo encima el maldito pijama de rayas y a ella la doméstica comodidad del amor se le volverá grasa en la cintura. Lo que cuenta para él es el recuerdo de los buenos momentos de París, los días benévolos bajo la lluvia y aquellos besos de Ilsa en los que ni siquiera había un resquicio para enfriar la saliva. Se estaban conociendo y compartían la esperanza, el aliento y los martinis. Ya no sería lo mismo a partir de su reencuentro en el café de Rick. La Ilsa romántica de París se ha convertido en una mujer falsamente conmemorativa que lo que pretende es que Rick Blaine se conmueva con la efeméride de los agradables días que precedieron al humo del tren. Aunque dice volver por sus besos, en realidad lo que ella espera de Rick no es el anillo de boda, sino un salvoconducto para su marido. Por la sangre ofimática de Ilsa corre ahora el inconfundible ruido del papeleo. Cínico pero caballeroso, Rick le resuelve la papeleta y se la quita de encima con exquisita elegancia, sin forzar la situación, insistiendo lo justo para que ella encuentre en las frases de su antiguo amante la excusa pecfecta que le permita subirse sin remordimientos al dichoso avión.
Hay quien cree que la película habría salido ganando con una escena complementaria en la que Ilsa reapareciese entre la niebla mientras el avión despega sin ella. Al guionista no le habría costado mucho dar con unas cuantas frases para que Rick demostrase lo feliz que le hace la inesperada decisión final de su chica, pero yo creo que cualquier añadido desvirtuaría el verdadero carácter de los personajes: El de ella, porque una mujer como Ilsa Lund es incapaz de estropear el sombrero y arriesgarse a un catarro por culpa de volverse atrás con tanta niebla; y el de Rick, no nos engañemos, porque cada vez que veo "Casablanca" tengo más claro que lo que él espera realmente es que el avión se estrelle al despegar. Así son en realidad los tipos como el protagonista de "Casablanca". Suena duro, tal vez incluso cruel, pero lo cierto es que si un tipo como Rick Blaine no puede conseguir el amor desinteresado y sincero de una chica como Ilsa Lund, no le importará en absoluto conformarse con el privilegio de identificar su cadáver.