lunes, 31 de enero de 2011

Sin ti no soy nada

Dedicado a los que se sienten nada cuando él ya no está ahí. A las que gritan a los cuatro vientos por un amor perdido que "Sin ti no soy nada".

Al final de la botella

No fue una gran noche. De no ser por la plenitud en que la Luna se encontraba, diría que no fue aquello más que una tarde sombría. Una de esas en que se esconden tras las nubes sueños y horizontes.

- Nada es para siempre.
- El nunca es un ente que no existe.
- Tampoco Dios.
- A Dios juro que siempre te querré…


Cruzó la puerta y giró sobre sí antes de desaparecer. Vi por su mirada pasar todo aquello que vivimos juntos. Me sentí cercano a la muerte recordando todas aquellas experiencias. Cielos, qué felices fuimos juntos…

¿Qué pudo ir mal? No lo acierto a adivinar. Quizá pequé de soñador. O a lo mejor fue el horror que me producen los viajes en avión. Hoy en día no es bien visto ser marinero en tierra y aviador sin mar.

Era para mí su sonrisa lo que para Jesús fue su sudario. Un alivio que me alivió las penas sin necesidad de tiritas y alcohol. Haberla perdido hace inútil cualquier tipo de parche e ineficaz mi borrachera.

Y sin embargo bebo. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Sé que en el final de la botella no me encontraré al olvido, pero es en el fondo de la botella en el único lugar donde no me encuentro perdido.

Tan solo en mis penas habito. Portal número uno, en el que ahogo un grito. De desazón. De desesperación por haber perdido a quien jamás más quise. A quien todo me dio, y a quien todo jamás supe dar.

- Déjame seguir caminando junto a ti.
- El sendero es sinuoso y se ha estrechado.
- Caminaré detrás de ti.
- Detrás de mí no hay nada. Frente a mí, un mundo sin ti.


No puedo sin ella más que beber y llorar, beber y llorar. Buscando al final de la botella hallar mi propio camino. Llorando por lo que sin ella soy. Por todo haberlo perdido.