miércoles, 29 de abril de 2009

You know that I'm no good

Nadie sabe la razón por la cual Pedro comenzó a delirar matarratas en mano. Nadie sabe la razón por la cual en sus delirios mezclaba a gatos con parados y a cerdos con crisis. Se revelaba de una forma un tanto extraña contra cosas que no consideraba para nada buenas. Se revelaba justo cuando cantaba Irene sobre otro tipo de bondades, pero al fin y al cabo, bondades como las de esta canción.

De cerdos, gatos y parados

Tengo una amiga que tiene un conocido cuya prima ha estado en México. Dicen que está la pobre muy preocupada por la gripe porcina, aún cuando su vegetarianismo sólo le ha permitido allí llevarse a la boca la cabeza de un pollo, y no precisamente para comerla. Me asaltan ahí dudas sobre su tosquedad. Debe ser esta enorme para arrancar la cabeza a un ave a mordiscos, cuando entre pirámides acostumbran más bien a hacerlo retorciendo al pollino el pescuezo cuán destornillador eléctrico enganchado en quinta marcha.

Estará preocupada por lo que dice la prensa. Ha salido también en mi periódico que el equipo chino de salto ha decidido suspender aquello que quiera que en suelo americano hacían por miedo. Ellos, que entre salto y salto fríen un gato y respiran un rato polución por doquier. Tienen miedo ellos a una simple gripe provocada por unos gorrinos cuando, como la chica esa de la que te he hablado, peores cosas se ha llevado a la boca.

No es que me parezca mal que coman gatos. De hecho, creo que debían pasarse unos cuantos chinos por mi barrio y llevarse a los mil y un mininos que en la ruinosa casa de enfrente a la mia viven para luego servirlos a la cazuela o en tapas en sus restaurantes. Si donde hay una nube de polución lo hacen, ¿por qué no hacerlo aquí, si apenas esos gatos respiran mierda?

De mierda es de lo que estoy harto. Es muy bonita la fauna y la flora, pero cuando la flora proviene de un descuido y la fauna del cuidado de una vieja, no todo es tan bonito. En ocasiones, las más, así será; pero en otras, las menos, acabará uno por ver al animal en cuestión como algo casi tan odioso como la señora que los mantiene, la cual se convertirá a los ojos de quién odie a la comuna de gatos hippies en la vieja loca de Los Simpson que arroja gatos mientras balbucea quién sabe qué.

Para acabar con tal comuna, sin que la madre amantísima gatuna pudiese verme, probé a darles matarratas del que aquí ponen, y en lugar de cómo veneno, funcionó como afrodisíaco. Montaron los putos gatos tal orgía que de estar ellas en celo, tendrían los machos bien que parar a repostar su máquina sexual sin importar el posterior resultado, o bien hacerlo para coger una radial y ponerse de nuevo en marcha tras un parón.

Ello, de ser posible, porque bien sabes, chico, como está la situación laboral en este mundo animal. Vamos, como sabrá alguien de tu inteligencia, cuesta abajo y sin frenos. Somos hoy día un barco a la deriva que se hunde un poco más por cada milla avanzada. Y todo porque, como decía una vieja cancioncilla popular, "esta noche no alumbra la farola del mar". Ni esta noche ni ninguna, añadiría. Y todo porque las medidas hasta ahora puestas en marcha han resultado ser de todo salvo bombillas de bajo consumo y, como el matarratas que yo eché a los gatos, sólo han servido para aumentar el número de bocas desprotegidas y por alimentar y la superficie por limpiar.

No veas en mis palabras un ataque frontal al gobierno. Nada más lejos. Es entendible la situación actual, después de todo. Debe ser difícil levantar un país sustentado durante vivido mucho tiempo del ladrillo, o mejor dicho, de que uno coloque el ladrillo mientras cuatro ven como lo hace. Y debe ser difícil porque, en tiempos como los que corren, los primeros que son abandonados a la suerte de la vieja que de madrugada echa ese par de sardinas a los mininos son aquellos que, en noches en las que el matarratas funcionaba como afrodisíaco, despreocupados, se dedicaban a parar a repostar en lugar de terminar su turno de amor y empezar con la labor.

Cree alguna gente que, como en el caso de los gatos de mi barrio, pasa la clave por el exterminio por medio del matarratas. Después de mi experiencia, diría que quizá sea mejor utilizar otro tipo de veneno. Sin montarse orgía alguna, fíjate sino aquí el efecto que provoca. Como en el caso de los gatos ninfómanos, también aquí sube el veneno que con ellos utilicé para subir la bilirrubina al personal.

Habiendo cosas más importantes de las que hablar, ahora esta muy en boga el hacerlo de la gripe porcina. Hasta aquellos que abrazan el Islam parecen preocupados por ella. La prima del conocido de mi amiga también lo está. A mi, personalmente, me preocupa más la crisis, pero lo que hoy vende periódicos es eso. Intentaré solventar los problemas de mi barrio echando pedacitos de gorrino a los gatos, y que la gripe del cerdo haga el resto. Si no soluciona el problema, al menos lo ocultará un rato. Lo ocultará como en mi periódico parece ocultar tal virus la importancia de la crisis.

Vale, chico. Zapatero puede no tener la culpa de que los gatos sean una pandemia en mi barrio. Después de todo, no llegan ellos en patera, ni tampoco se unen como los Latin King para atemorizar a los ancianos. Nadie puede culparle de que esa pobre señora no tenga mejor cosa qué hacer que alimentar a semejante prole felino-callejera. Sin embargo, aunque mi periódico hoy lo obvie hablando de un virus todavía animal, sí es culpable de que esos cuatro millones de parados sean también obviados por la prensa escrita como esos cuatro gatos famélicos que maúllan a la pobre anciana sin ser escuchados, si bien a esos cuatro gatos les basta con empeñar las espinas sobrantes de las sardinas que otros comen para comprar un sonotone con el que salir de la crisis. Mientras, a esos cuatro gatos parados, sin embargo, no parece serles dichas espinas no ya para salir de la crisis, sino para hacerlo en las portadas.

Y es que, chico, hoy esta mierda de gato vende en mi periódico como lo hace la gripe del cerdo. Lo que no vende es la crisis. Increíble, pero cierto. No tan increíble como lo es la insuficiencia del sonotone para hacerse escuchar aquel que se encuentra hoy en situación felina. No menos cierto como lo es que de esta situación no hay matarratas ni sardina que nos saque. Ahora bien, parece descabellado, pero la solución puede estar en echar también pedacitos de gorrino a los parados, y que la gripe del cerdo haga el resto.