martes, 10 de noviembre de 2009

Quizás

Años hacía que no oía esta canción. Antaño, cuando lo hacía, he de reconocer que me emocionaba. Lo hacía pensando en un mañana, en un "Quizás". Hoy, el mañana ha llegado, y el "Quizás", no como en la canción, pero se ha dado... y con razón.

Pacientes postales

Cobra una postal importancia cuando se torna su reverso para que la imagen del anverso deje paso a palabras y sentimientos. Pasa una imagen a valer menos de mil palabras, cuando estas tatúan el torso desnudo de una capa cuya ‘S’ recuerda al lugar desde el cual quién narra pretende transmitir sueños… o mentiras.


13/X/99

Queridos Juan y mami:
Espero de todo corazón que algún día podamos presenciar juntos aquí, como bien sé que te gustaría, un Barça-Madrid.
Y es que como os podréis imaginar mami y tú, estoy embarcado de cocinero y me encuentro navegando por todo el Mediterráneo.
Si Dios nos lo permite, y aunque te cueste creerlo, hace mucho tiempo sueño con que hagamos un buen viaje juntos; pero no olvides, hijo, que la mejor virtud del ser humano es la paciencia…
Un besote muy grande.




09/XI/09

¿Sabes? Tenías razón, la mejor virtud del ser humano es la paciencia. Pero, no creas, de ello no me he dado cuenta leyendo tu postal. En esa primera lectura únicamente lo he recordado.

Y es que hace años he aprendido a ser paciente, pero no por con tu consejo ser consecuente. Nada más lejos. Te diré, de hecho, que de haber sido así, hace menos de diez días que habría descubierto ese mundo en el que en el momento de la redacción quisiste sumergirme.

Diez años he tardado en leer una postal que mami había condenado al olvido, y no sabes cuanta indiferencia me ha causado… Indiferencia por el mensaje. Indiferencia hacia ti. Indiferencia por los años. Indiferencia por mí.

Y es que, dime, ¿qué nos queda, más que la indiferencia? Hace tiempo que a ello el dolor te ha condenado. El mío y el de una mami a la que convertiste en madre y padre. A la que convertiste sólo en mamá.

No te sientas importante. No sólo tú has contribuido. Más gente lo ha hecho, y también el pasado. Entre todos matasteis a ese niño, y él solito se murió. Él solito se convirtió en aquello que quiera en que aquel a quién pedías paciencia se ha convertido.

Aunque te cueste creerlo, tú hace tiempo formas parte del pasado. Ya han sido muchos los viajes en los que tú has faltado, y muchos en los que seguirás haciéndolo. Sólo uno queda por hacer, y ese sí lo haremos juntos.

Por ese buen viaje espero. Como tú en aquellos tiempos en el Mediterráneo, entre fogones yo me encuentro, cocinándolo. Pacientemente aguardo mi momento. Mi momento para sacar del horno aquello que tan fervientemente espero.

Como tú, también yo recurro siempre al refranero. Dice este sobre el ser humano que es el ser humano el único hombre capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. Tu caso es peculiar. Para ti habrá incluso una tercera.

Pero, descuida, trataré que sea la vencida. Ya debieron serlo las dos anteriores chinas, pero también tú has demostrado ser perseverante. Querías tu Barça-Madrid, y en él estás. El marcador refleja un dos a cero, y de tu equipo, lo siento, pero nadie quiere ser portero.

Sí me gustaría a mí serlo cuando acabe el encuentro. Serlo como tú lo eres de discoteca, hacerte una foto, y guardarla en mi hemeroteca. Le haría copias. Utilizaría una de ellas como postal. En el reverso, escribiría esto y te lo enviaría.

Disfrutaría, como sé que a mami le gustaría. Hace tiempo que también ella apela a Dios. He de decirte que no sé si el suyo existe. El tuyo sí lo hace, pero es un Dios menor. Y es que no hay Dios que permita a un creyente causar tanto dolor.

Tranquilo, a mi ya no me duele. Yo ya tengo callo. Me salió años atrás, en un juicio en mayo. Puedes no creerme. Será que no me conoces. En cualquier caso, te invito a pensar lo contrario. A no pensar que con esto sólo busco que, como yo, veas cuán acertado era tu mensaje. No me gustaría nada más que, como yo, también tú asimilases tu propio mensaje, con el tiempo… y, como yo, que lo hagas dentro de tu propia celda.

lunes, 9 de noviembre de 2009

No tienes corazón

Qué poco corazón el de una ramera que cobra y abandona sin prestar servicios. Qué poco corazón el de un hombre que paga a su salvadora por los extras gratuitos. Qué poco corazón al que cantan el maestro Sabina y los Quijano en este tema.

Mujer de armas tomar... o dejar

Era una policía mi fetiche de la noche. Auguraba una buena despedida del día. Uniforme, como lo que ella vestía, siempre que fuese ello lo que mi bestia pretendía. Así creí que sería, pues como suele decirse, donde hay agujero hay alegría. Sin embargo, algo ocurrió que ello no lo proporcionó.

“Vamos, puta, alégrame la noche”, dije. Ella me pegó. Yo luego le pagué. Pistola ella en mano, creí que cenaría algún tipo de delicatesen con guarnición de plomo. Me veía ya reposando sobre mi cama en pijama de pino. No fue aquello, sin embargo, más que un fraude de tomo y lomo.

Aquello tenía visos de ser bocata di cardinale. Terminó, sin embargo, siendo pecata minuta únicamente. Y es que no sé bien qué ocurrió, pero abandonado y en pelotas, esposado a la pata del billar me dejó.

Mi memoria selectiva ha decidido desterrar al olvido lo ocurrido, aunque, a decir verdad, incluso no llevando a cabo esa criba, podría adivinar qué llevo a aquello a la deriva. Teniendo mi tacto en cuenta, debió ser que dije o hice. No lo sé. El caso es que avergonzado me hallo por haber sido por una ramera abandonado.

Bien merecido lo tengo, dirás. Y una mierda. Tú vienes, pagas y recibes. Ella vino y me esposó, luego se fue y emporrado me dejó. No se dejó olvidado, por contra, el dinero acordado. Meretriz sí, pero tonta no era, la muy… emperatriz.

Aunque no lo creas, lo peor vino después. Desnudo, a la espera de un salvador dejado, por la mujer de la limpieza fui encontrado. Entrada en años y carnes, soltera y más entera de lo que yo me había quedado, dio uso a algo que por otra debía haber sido frotado.

El caso es que, chico, así va España. Comienzas la noche pagando por sexo a una mujer que con un arma te amenaza, y terminas viendo como una virgen ante ti se quita la coraza. La verdad, casi habría preferido recibir de una bala un ardiente beso a haber terminado sodomizado por… por eso.

He de decir, en su descargo, que al acabar entró al almacén y con una sierra me liberó. Ello me hizo sentirme en deuda. De ahí que le ofreciese algo más del dinero en su contrato estipulado, para agradecerle los servicios extra prestados. Sin embargo, debió creer que era por lo que sobre la mesa de billar había hecho. Al contrario que la otra, no cogió el dinero. Pareció tomarse el conato de propina muy a pecho, o eso dice mi ojo derecho.

Flota aún en el aire la posibilidad de que vuelva a frotar. Claro me dejó que a otra limpiadora debo contratar, y con su agresión, también que es mujer de armas tomar. Eso ella. La otra, chico, lo que dejó claro fue que es más bien dada a ser considerada mujer de armas dejar…