jueves, 18 de febrero de 2010

Malos tiempos

Hace ya doce años, Golpes Bajos hablaba de los malos tiempos para la lírica. Hoy no corren tiempos mejores. Quizá, de ahí que sea ésta la canción más idónea para adornar las palabras del periodista de La Lola's.

Entre debate y debate

No marchan bien las cosas para el gobierno de la nación. Tampoco es tiempo de vino y rosas para aquellos que le hacen oposición. Da igual. Ambos abren debates. ¿Quién necesita acción? Aquí eso no se lleva. Preferimos el talante.

En el último G-20 pensamos partir la pana, pero la refundación del capitalismo salió rana, como las hijas de Zapatero. Dieron igual las calabazas del mono Amedeo. Que las niñas son góticas, pareció más importante.

Hubo consenso. Escaseó el manido debate. Las niñas son feas. ¿Para qué lucirlas en ningún escaparate? Su padre fue a poner cafés. Ellas a hacerse la foto. No se hable más. Es todo un disparate.

En cuestión de Estado no hay acuerdo. Dicen unos que de la crisis salir saben. Dictan libros a escribientes, vanidosos. Los otros tiempo ha a la ONCE se han abonado. Tras tanto palo de ciego, parece lo más cuerdo. Adiós a los dislates… o no.

Al uno le aprieta la correa. El otro come faisanes. Cuestión de percha y trajes. O de desvelar un par de planes. Ya se sabe, primero cueces. Luego te enriqueces. Pregunten a Garzón. ¿Esa barriga, es de chocolate?

También él ha caído. Antes se enfundaba el “Drogas no”. Ahora tarde se ha inhibido. Con Gil y Gil jugaba contra el opio. El fútbol es del pueblo. Para el aburrimiento resulta remedio. La crisis no lo tiene. Caballo desbocado, cabalga sin jinete.

Al Rey en USA ronda un Nobel. A ZP en Madrid planta un Goya. Primer Jefe de Estado el nuestro que recibe Obama. Tosar hace ayuno. Prefiere farra y cama. Ríe la oposición. Nadie quiere una moción, pero tampoco al de la ceja. A disgustos van empate.

Tantos kilómetros para leer la Biblia, y vas y no hablas de Dios. Zapatero, te está bien empleado. Hasta mi perro habla tres idiomas. ¿Cómo te va a querer Obama, si no te entiende? ¡Aaay, botarate!

Ríe Rajoy, rodeado de hijos de las cuatro letras. Presidir es su meta. La ceja acepta el envite. No hay emoción. El gallego se sabe perdedor. ¿Ey, Marianete, si no sabes presidir pa’ que te metes? Más de uno en tu propio partido te considera tan poco válido como un primate.

Tutankhamon ha muerto, dice la prensa. El gremio está a otras cosas. Información servicios. La política aburre. Y una mierda. Que pregunten a cuatro millones de parados si prefieren ver fútbol los lunes o que a su parálisis se encuentre solución. El opio no es más que un acicate mientras entre debate y debate, se invita a la Merkel a que venga, como el Equipo A, al rescate.

lunes, 15 de febrero de 2010

Nombres Impropios

Periodismo y televisión. Nombres impropios para lo que en "Fresa Ácida" hacen. Deberían llamarse, más bien, vergüenza y telebasura. Nombres impropios. Como los de esta canción:

Fresa Ácida

Tengo miedo a visitar al matasanos. Anoche contradije sus recomendaciones. Encendí el televisor y, ¡maldito TDT! Apareció sintonizado Telecinco. Y con él… ellas.

Una morena de nombre desconocido en medio. Ojos de furcia. Más ancha que larga. A su siniestra, la ex de Mermelada. A La Alcayde hasta aquí la conocemos. Generosa ella en el reparto de neuronas. Egoísta en el de silicona. Y al otro extremo, Adriana.

Éste fue el sujeto que más me maravilló. Gracias a ella, mi televisor no ha cambiado su ubicación por un contenedor. ¿O debería decir por culpa suya? Hacía tanto tiempo que no veía la televisión amiga que olvidaba que aún hubiese en nuestro planeta vida tan poco inteligente.

Créeme, muchacho, si te digo que Ojos de furcia no era nada comparada a ella. Sólo el maquillaje hacía a aquel cuerpo botijo merecerse tal denominación. Adriana, en cambio, da sentido a cualquier gracia existente y concerniente a los pelos del sobaco de una rubia oxigenada.

Subida a dos andamios tacones mal llamados lucía piernas escasas de sauna. Con un vestido rosa, enseñaba casi hasta el alma en cuanto contoneaba sus caderas imitando un primitivo baile que bien podría ser interpretado por mi tabla de planchar. Labios pintados de un leve rosa. En la cabeza dos neuronas. Ambas ciegas y cojas.

Bien podría también llamarla imbécil, pero no tengo el gusto haberla conocido copa en mano. De cianuro se la pagaría si en algún momento de mi vida la encontrase y que así de simple es me mostrase.

Simple por llegar a fin de mes alargando con su sombra de ojos aquella que estereotipa a mujeres como ella como tontas. ¿Cuántos periodistas más válidos que ella habrán empaquetando artículos en un supermercado? Aunque, pensándolo bien, poco mejor que ella se podrá encontrar si lo que quieres es esa imagen dar…

Adriana sale en televisión, quiero creer que tras cinco años de carrera. ¡Cinco años estudiando para acabar haciendo eso! Para acabar leyendo un guión plagado de típicos tópicos que la convierten en mundana, en una rubia más que llevarte a la cama, sin más sustancia que la que sea capaz de tragar al acabar.

Aunque, no creas, el contenido del programa no era mejor. Mi úlcera resistió toda aquella demagogia que retrata a los hombres españoles como homófobos, machistas y xenófobos que sobre musulmanes defecamos después de estar con nuestro amante gay llamando a los maulas de nuestro equipo “maricón” vestidos de mujer por carnaval.

Pero la cosa no acaba ahí, pues también hablaron del ‘Punto G’ y se mofaron de los hábitos de nuestras ancianas. E incluso unieron ambas cosas y se permitieron el lujo de criticar a una señora que en sus tiempos mozos sería como las conductoras del programa: Ignorante.

Esa señora, analfabeta de hecho o de derecho, acusaba a Zapatero de inventarse la zona erógena en cuestión un rato antes de que éste fuese chopeado en bikini junto a Rajoy.

No obstante, podemos estar tranquilos. Al finalizar el vídeo, Adriana concluyó abierta de piernas (una vez más) que la culpa es de los tubitos, que visten al punto en cuestión de experimento. O la conclusión fue de La Alcayde, no lo sé. Yo también estaba entretenido buscando a la rubia de bote el ‘Punto G’.

En fin… Vergüenza de periodismo, y vergüenza de televisión. La culpa es mía, por darles share anoche, o de otra mucha gente por hacer lo propio en lugar de pedir al Ayuntamiento de turno el desaloje de tan maloliente vecino. Porque, ¿qué diferencia hay entre un ancianolescente con Síndrome de Diógenes y una televisión tan… ácida?

¡Ah! Cierto, cincuenta años, y una rubia abierta de piernas.