jueves, 21 de mayo de 2009

Nos sobran los motivos

Me sobran los motivos para recurrir en este día, o en cualquiera, a Joaquín Sabina. Podría hablar de su concepto de la vida, de sus letras bohemias, de su aire canalla, o de sus sonetos a José Tomás. Podría hablar de mil cosas para presentarlo, pero me sobran los motivos para no hacerlo.

Y es que Joaquín, Don Joaquín, se presenta sólo con sonetos como los anteriores o temas como "Nos sobran los motivos".

Voyeur // En horas de oficina

Voyeur

Dícese del que mira sin ser visto,
se llama así quién ve pero no moja,
su lema es se desnudan luego existo,
su cristo aquel mefisto de Baroja.

Un ano es algo más que un agujero,
un mapamundi el plano de una teta,
la bruma es el plató del caballero
de la mano en la trémula bragueta.

Catedráticos en áticos de Utrillo,
doctor en cines equis de barriada,
prismáticos de alpaca en el bolsillo.

Para echarse a llorar como un chiquillo,
basta que lo sorprenda su cuñada
sudando y con la pinga en cabestrillo.




En horas de oficina

La sexi star de anónima vagina
folla con la rutina de las putas,
come pollas en horas de oficina,
gana más en propinas que en minutas.

Se engaña usted si empaña lo que digo,
patrona de las pajas del poeta,
en nombre del deseo te bendigo,
menos tuvo Romero con Julieta.

¿Qué sería de mi sin ese culo
que profana la ley del disimulo
conyugal cuando el sexo es un adorno?

Convicto de ascensores sin salida,
duermo mejor después de una corrida
en los hoteles con canales porno.



* Escrito por Joaquín Sabina. Publicado en "Ciento volando de catorce".

Señorita

De castigos, dioses y señoritas habla Gustavo. El roce hace el cariño, piensa, y por medio de el roce busca acabar de coger cariño al sexo opuesto. Por medio del roce, y de decir buenos días a las damas, busca coger cariño a señoritas como aquellas de las que en esta canción se habla.

Sexo con seso

Qué bonita noche esta, ¿no crees? La noche. Luz lúgubre y tenue. Buena música y una botella de ron. Tan sólo falta la compañía de una fémina y un par de profilácticos para hacer de esta noche perfecta.

Pensando con la testa que sobre los hombros tengo, he llegado a la conclusión de que el sexo no lo es todo. Después de lo acontecido el otro día en el servicio, suelo intentar aderezar mi avidez sobrevenida de sexo con seso.

Lo que ocurrió sólo responde a algún tipo de correctivo divino. No me sorprende, tampoco. Es obvio que este no es lugar para una señorita. Dios me mandó al instante un correctivo por pretender corromper a una de sus vírgenes. Él mismo sabe que mi imperio daría por algo más que romper con su idem.

El caso es que no me esperaba algo así. Jamás me había dispersado de tal modo. Y todo por una puta reseña escrita en una puerta, como mil hay en cada servicio de cualquier rincón no ya como este, sino como cualquiera. De hecho, no era ni tan siquiera la primera ocasión que leía esa frase. Sin embargo, si fue la primera vez que pensé en algo al hacerlo. No pudo llegar esa reflexión en mejor momento…

Siempre he pensado que, en ocasiones, hay más literatura en un beso que en el sexo, aunque tienda este a ser más propenso a una manifestación más o menos irracional mediante algo similar a algún tipo de vocablo. Así entendí sus besos, como pura literatura, aún dándose en mis bajos.

Bajos eran mis instintos, pero supe, sin embargo, diferenciar un buen francés de aquella postal divina llegada por correspondencia. Esta se establece mediante la diferenciación en la frecuencia con que la remitente recita un beso o regala un verso. Dios sabe que cualquier otra meretriz me habría hecho lo primero. Ella, chico, hizo lo segundo, y con gran destreza, me permitiría añadir.

Estaba a punto de abrirse el cielo sobre mi, ante tal éxtasis sexual cuando no tuve mejor cosa que abrir aquella postal. "Hoy no es hoy, sino mañana", decía la nota en papel reciclado que dentro había. Y sin previo aviso, el ascensorista decidió descender de las puertas del cielo al sótano del infierno.

Hoy no es hoy, sino mañana. Una de las múltiples citas poéticas que rezan en los servicios de La Lola's. Al diablo vendería mi alma por poder disfrutar de otro instante en el obviar cualquier tipo de encuentro con ella, salvo que la cita llevase consigo el conocer al malnacido que la escribió. Primero le rompería la cara. Luego le preguntaría si, como mi mente aseveró en ese momento, cree él que el hoy es el futuro más inmediato que precede a un mañana mejor.

Eso me aseguró mi conciencia en el preciso momento en que creía acercarme al final del tunel. En lugar de un ser querido, al otro lado estaba alguien con un cartel que rezaba "hoy no es hoy, sino mañana", y no tuve yo mejor cosa que pensar en un mañana mejor. A la mierda el carpe diem, y a la mierda mi polvo de esa noche. Y todo por pensar en un mañana mejor.

Lo cierto es que, utilizando el seso para interpretar el sexo, mi mañana mejor en ningún momento llegó. Mi mañana mejor era continuar con mi cura, y dejar mi misoginia atrás. En este futuro tan inmediato como el hoy, después de haber pasado aquel mal trago, no encuentro momento para seguir con mi tratamiento.

Quizá esté equivocado. Sólo quién escribió aquella cita puede sacarme de dudas. Aquella cita parecía divina, y se convirtió en lastimosa. Creí que con aquella postal Dios quería desearme una feliz navidad, y más bien me envió con ello un próspero vete al cuerno. Como al cuerno se fueron mi cita con aquella virgen celestial, mi mente y, para que negarlo, mi autoestima.

Lo ocurrido aquella noche me ha hecho recapacitar. Desconozco aún si el mensaje de Dios con el derrumbe de la torre de Babel pretendía decirme que no es ese el camino hacia la salvación, o si lo que me estaba insinuando era precisamente que para mi no existe cura ni redención. Aquella señorita y aquella postal me han hecho devanarme los sesos pensando en el sexo, y aún así, no he llegado aún a ninguna clara observación.

No sé, chico. No entiendo las razones que llevaron a Dios a dejarme en evidencia ante una de sus vírgenes, como no entiendo tampoco el mensaje de qué quiere decir esa absurda reseña. Quizá, llegados a este punto, lo suyo sea pensar en un mañana más clarificador o, quizá, en un mañana mejor.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Justicia, tierra y libertad

Es difícil introducir un relato en el que no es otro el que se desahoga con el narrador, sino que este es quién hace lo propio con un tercero. No es fácil introducir un relato donde lo que predomina son meros pensamientos sueltos, aunque no estén estos inconexos. No brotan las palabras con excesiva facilidad cuando es uno mismo el que habla y reclama "justicia, tierra y libertad".

Palabra de confesor

No me gusta el victimismo. No es mi estilo. Jamás he pecado de indiscreto. Ni mi propia familia me conoce, apenas. Escasas son las personas que pueden presumir de ello. Menos aún las que pueden hacerlo de saber de mi y de mi vida. De ahí, maestro Alvite, que no destaque precisamente por ser uno de los mayores arrastrados.

Tampoco así me considero. Sería pretencioso el hacerlo. Hay gente más sabia, con más mundo recorrido y más experiencias vividas. No por ello puedo, sin embargo, considerarme tampoco menos, pues bastantes historias tengo también que contar, aunque sea más propenso en este lugar a recibir información que a proporcionarla. Qué le voy a hacer, si es a mi a quién las almas errantes confían sus secretos y vivencias.

El caso es que, en días como hoy, me gustaría tener también yo un confesor. Quizá puedas tú considerarte como tal, dada la amistad que nos une, pero siempre he preferido contigo desarrollar mi faceta más canalla y pendenciera. No es que no confíe en ti. Simplemente, no creo que fuese capaz de volver a mirarte a la cara si me dejo llevar ahora por sentimentalismos. Nuestras borracheras juntos, a buen seguro, no serían ya iguales.

Como el resto de arrastrados, también hoy necesito yo ser oído. Quizá pueda ser Irene, en uno de sus descansos, quién soporte mis historias. O quizá pueda contárselo a Leyre, entre copa y copa. O también puedo hablar con John, aún a riesgo de que él combata mis historias hablándome de putas. A las demás almas errantes, como a ti, no las tengo siquiera en cuenta, por motivos obvios que no sabría si definir como laborales.

Está de moda entre las almas errantes el solicitar justicia. Incluso un nuevo arrastrado, nuestro amigo Pablo, solicita necesariedad, que es lo que al fin y al cabo es la justicia objetiva marcada por las normas. Es él el encargado de buscar que se dé el fin que solicita, como lo es la propia necesariedad lo que llevo tiempo reclamando.

Y es que a todos aquí se les llena la boca solicitando una justicia que en realidad no existe, y que es más bien una forma de venganza hacia quién les ha dejado las heridas que hoy lucen, siendo habitualmente mujeres sobre quién desean que se dé dicha justicia. Mi caso, sin embargo, corresponde no a las ansias de venganza, sino a la pretensión de recibir lo que legitimamente me corresponde.

Ya sé, maestro Alvite, que he dicho que no me gusta hacerme la víctima. Entiendo que reclamar lo mio no lo es. Es, tan sólo, intentar mamar a través del lloro, dado que a través de la serenidad no logro hacerlo. Todo sea por la libertad económica que dan un puñado de euros, y la libertad mental que otorga el saberse recompensado tras tanto mal.

Eso necesito también, libertad. Demuestro noche tras noche, en cada conversación aquí, que mi libertad es amplia, pero como todo, es mejorable. Infinitamente mejorable, diría en mi caso. Y es que no sabes qué liberatorio puede llegar a ser que un mero papel pase a tramitarse desde el rincón del olvido.

Lo que, sin embargo, no me proporcionará ese maldito trámite burocrático convertido en justicia, ni tampoco la libertad, es una tierra entendida como propia. Tú sabes bien que soy gallego, pero has de saber también que estoy aquí bien a gusto. Y, con todo, de cuando en vez necesito a escapar a ese otro lugar de donde también me considero, en parte.

No sé si a lo mio se puede llamar crisis de identidad, o si debido a la mezcla de razas que en mi hay, puedo considerarme un tanto mestizo. Sea como fuere, lo cierto es que me siento extranjero en mi tierra cuando voy allí donde debía residir. No así ocurre con esto. Aquí me siento uno más, aún sin serlo. Al contrario de lo que en nuestra tierra me ocurre, soy un foráneo que se siente uno más. Y luego, están mis fugaces viajes a esas otras tierras, las que añoro y de las que tiendo a no querer volver…
No es que ello me obsesione. Ni tan siquiera tiendo a ponerle mente. Debo reconocer, pese a ello, que es difícil entender nada como propio cuando es la nada lo que encuentras en la búsqueda de una justicia liberadora.

En fin…

Sé que dije que no pretendía considerarte mi confesor, y así lo hago. Todo esto son pensamientos en alto. No es mi problema si eres tú quién se halla aquí para interceptarlos y procesarlos. Tan sólo son esto meras divagaciones de un confesor. Simples pensamientos de un arrastrado más, diferenciado del resto no en calidad o cantidad, sino en la posibilidad de confesarse ante un tercero que purgue el alma en una palabra, o que utilice como arma una copa como yo lo hago.

martes, 19 de mayo de 2009

A los puristas desaprensivos

Espero que los puristas desaprensivos no se ofendan por el atrevimiento. Simplemente quisiera dedicar este soneto a la memoria de uno de los más grandes y prolíficos escritores líricos que ha dado la lengua castellana. Este soneto, va por su memoria, aunque él no lo sepa. Gracias.
( A Mario Benedetti, 1920-2009 )

Alberto Rodríguez

A un grande

El olvido está lleno de memoria
tu memoria vacía del olvido
el último latido ya es historia
en el salón de los pasos perdidos

¿Por qué la noche está de ojos abiertos?
¿por qué tuvo que ser el mes de Mayo?
¿por qué cayó un rayo en este desierto
llevándose consigo al uruguayo?

Voy a cerrar los ojos un segundo
voy a permitir que se escape el día
esperaré la oscuridad del cielo

Hoy no deseo subirme a este mundo
no voy a estar para otra poesía
que no sea la que levantó el vuelo



* Escrito por Alberto Rodríguez.