domingo, 18 de enero de 2009

Tabaco en oferta

"Cuando te reveles contra algo que detestes, chico, las obleas con las que emules al sacerdote de tu parroquia no han de estar sino cargadas de paciencia y tranquilidad. De lo contrario, no captarán lo que están recibiendo como un dardo envenenado, sino como el berrinche de un párvulo".

Aquel hombre había salido de su casa para comprar tabaco, y no volvió. No es que su intención fuese la de fugarse. Simplemente, cometió un gran error: Entrar a comprar tabaco a un sitio como La Lola's Club.
Había entrado en uno de aquellos días en los que, aún con toda la nieve que caía, el cielo se reflejaba en el suelo gris de La Lola's con un color azul intenso y un sol rebosante de luz. Llegaba a ser pedante este ambiente que en ocasiones había en el local. Y sin embargo, con su mera entrada, un par de nubarrones cubrieron esa luminosidad del suelo. Al poco, nos dimos cuenta de que así estaba su vida, llena de nubarrones. Su mayor desgracia no fue no encontrar la salida a esa espiral de billar y alcohol, ni tampoco que en La Lola's no haya máquina expendedora de tabaco, sino que nadie esperaba que dejase La Lola's Club y volviese a casa. Seguramente, incluso su perro habría aprovechado la oportunidad para saltar por la ventana, tal y como había hecho su concubina años atrás. Desde entonces, era un hombre atormentado. Había sido despojado de su oficio por depresión, decían, y sin embargo, su beneficio le permitía vivir de manera bastante holgada, dada la pensión que recibía. Por esto último, no tenía mayor preocupación que llevar siempre en la cartera dinero suficiente para invitar a una ronda al resto de chicos del billar, ni mayor alegría que ser capaz de reponerse de vez en cuando a su acuciante misoginia y, al menos, articular de cuando en vez , o algo más, con alguien del sexo opuesto.

Leyre era una de esas chicas con las que sí era capaz de hablar. Después de que su mujer se suicidase, fue tal el odio que adquirió a la mujeres, que pensaba que estas tenían forma de ángel, corazón de serpiente y mente de asno. A ella, sin embargo, no la tenía por un ser inferior. Quizá le recordase a su mujer, quién sabe. La cuestión es que él siempre se sentaba en la esquina de la barra donde ella atendía, y sólo gustaba de ser atendido por ella. Quizá también porque, con el tiempo, ella acabó comenzando a cobrarle a precio "de amigo" o, como él decía, a "venderle tabaco en oferta". Y es que, para él, eran esos dos sus mayores vicios, el tabaco y el alcohol.

Un día, hablando de mujeres, reflexionó sobre cómo se las debe tratar. Pese a ese odio que tiene al sexo opuesto, parece que Leyre le ha ablandado el corazón. Gracias a su tabaco en oferta, iba relacionándose ya con mujeres, y también acostándose. Entonces, no habló ya de dureza, sino de un dardo envenenado en forma de paciencia y tranquilidad.
Supongo que con ello lo que pretendía es decir que, en caso de disputa, hay siempre que intentar ser más inteligente que la otra parte. A mi modo de ver, ello se puede hacer extensivo también a disputas entre hombres, aunque ese no fuese el tema. Y es que puede ese hombre ser misógino, fumador, alcohólico o hare krisknaar, si con ello es feliz. Lo que está claro, es que en aquellas sabias palabras no le falta razón alguna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario