jueves, 24 de septiembre de 2009

La neobohemia

Se irán para no volver, cruzando el túnel del sueño. Dejando un haz de luz un ligero destello. Se irán para no volver, como pájaros sin dueño. Desangrando el cielo con su caótico vuelo.

Si yo pudiera retenerlos, desnudarlos, hacerlos míos, mi verso iluminaría las pupilas de distinguidos poetas líricos, que reunidos en tertulias literarias, lamerían mi falo erguido. Mas como no persigo ese propósito, y si el conseguir ser leído, por todos los dioses digo: ‘Tomad hermanos el reflejo, de lo que pudo haber sido, y sin embargo, por circunstancias del destino, no quiso ser’.

Arrastrados por la vida, creyéndose a vuelta de todo, manchando el lustre de la bohemia, dicen ser autores de la nueva poesía.
Verso que una vez masticado y posteriormente vomitado, diezma su valor hasta alcanzar el del corazón de un hipócrita, arrancado y ensartado en un hierro oxidado y candente.
‘Por el amor de cristo, que blasfemias piensa este miserable’-Pensarán algunos seres, y seguramente con menos elegancia que la descrita-. Pero lo escrito es tan cierto, como que la neobohemia ha muerto antes de haber nacido.

Visten su verso inconcebible, vacío, obtuso, con expresiones ambiguas y hermafroditas que definen su personalidad, y no contentos con ello prolongan la agonía del reducido respetable añadiendo vocablos que aprendieron en la última novela de autor alternativo que dicen haber leído. Tiñen su verso de palabras que jamás alcanzarán a comprender.

Desde aquí les daré las gracias, por perdonarnos a cada segundo la vida. Sentimos no comprender la existencia de una manera tan perfecta y ecuánime como la suya. Sentimos llevar a cabo el atrevimiento de querer formar parte del vulgo. ‘Oh dioses terrenales, perdonad nuestra osadía. Perdonad que seamos inferiores mentalmente’.

A estos seres anacrónicos, podremos distinguirlos del resto de la sociedad atendiendo a distintos factores, los cuales procederé a describir:
(intentaré ser breve)

En primer lugar haré saber que todos los neobohemios, haciendo gala de su basta y amplia cultura literaria, realizan frecuentemente el amago de escribir verso o prosa, o incluso ambas al mismo tiempo. Gracias al cielo, suelen morir en el intento.
La diferencia de estos textos, con los del resto de escritores, es que el mensaje en los primeros se repite constantemente, gravitando en torno a la miseria y desgracia humana, resaltando el ideal: ‘Cuan dura y cruel es la vida que por infortunio me ha tocado vivir’

En segundo lugar, me gustaría hacer hincapié en un rasgo muy importante de los individuos que conforma esta etnia. Les gusta autodefinirse como ‘raros’ o más aún como ‘alternativos’.
Si a sus oídos llegan rumores de que alguien conocido o por conocer los ha considerado de este modo, su ego y su ano se dilatan en proporciones simétricamente idénticas.
Les gusta sentirse ‘diferentes’, para así sentirse al tiempo asilados del rebaño, que integramos el resto de la sociedad.
Podrás verlos portando gafas de sol en altas horas de la madrugada, luciendo sombreros dentro de espacios cerrados, y así toda clase de harapos que no servirían más que para hacer míseros trapos de sus lánguidos jirones.
En resumen: Son alternativos (…).

Por último, no podría dejar pasar por alto el rasgo más importante: Su afán por evadirse.

A menudo se sienten en la vida de paso. La monotonía les asfixia, les atrapa, les raciona el oxígeno.
Necesitan ampliar su ‘campo visual’, enaltecer su alma y su cuerpo. Lo que comúnmente el resto de la sociedad conocemos como vacaciones, ellos lo consideran un ‘descanso vital’, para poder continuar con la pesada carga del día a día.
Necesitan viajar, olvidar por un tiempo las calles que durante el año transitan. Desean alejarse de algo o de alguien, en la mayor parte de los supuestos por simple cobardía. Nadie puede comprender ni satisfacer sus necesidades si no comparte su ‘confesión religiosa’.
Nunca llegan a ser felices plenamente, en parte porque no lo desean. La soledad, la tristeza y el martirio les proporciona un siniestro placer, que nadie cabal y cuerdo llega jamás a comprender.
Podríamos decir que rentabilizan el dolor, para vomitar una especie de sonrisa.

Y así, a grosso modo, quedaría definida la estructura genérica de estos seres que conviven con nosotros.


A ellos quisiera dirigirme para rubricar estas líneas:

Soy consciente de que como animales libres que sois, estáis en todo vuestro derecho de comportaros salvajemente a vuestro antojo siempre y cuando no dañéis a las personas.
Se hace duro aceptar que vistáis así, que no sepáis integraros en la sociedad como el resto de individuos, y que mostréis una concepción de la vida a todas luces anormal; no obstante, a pesar de ello me veo obligado a respetarlo, que no a compartirlo. Ahora bien, por caridad humana: ‘No sigáis escupiendo esas vehemencias en forma de palabra escrita’
No me considero abanderado de ninguna causa, ni represento a nadie, aunque soy consciente de que son muchos los que comparten mi opinión; tan solo quiero que tengáis en cuenta que estáis haciendo mucho daño a la lengua castellana.

Es preferible que os sigáis drogando, pero no tratéis de escribir.
No al menos al mismo tiempo.


* Escrito por Alberto Rodríguez.

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