jueves, 19 de febrero de 2009

Postales psicológicas

Es curioso, muchacho, ver como vas adquiriendo, sin pretenderlo, un papel de sacerdote confesor. Aquí no hay tipos duros ni estrellas estrelladas. Incluso dejan en La Lola's el bourbon paso al ron y las mujeres glamourosas a las feas y casposas. Nadie aquí se da un aire a Humphrey Bogart, ni tú sacas a la trompeta el sonido de Louis Armstrong. Además, Leyre es en ocasiones al nueve largo lo que Lorraine al ogro de la película.

Aún así, demonios, también esto parece "El diario de Patricia", y eso pese a que no es precisamente la zona pectoral de la que más sobrado andas. La gente acaba adquiriendo aquí hasta tal punto el síndrome de Estocolmo, que acaba ignorando que tú eres más gallego que sueco. Les secuestra el alcohol de tal modo que en cuanto tú callas, destapan ellos el tarro de las esencias y cuentan sus intimidades como si fueses el mismísimo Ernie Loquasto. De sobra sabes que La Lola's es al Savoy lo que Pedro Almodóvar a Woody Allen, como bien te dijo el otro día Pedro "El Pollo", pero hasta a mi empieza a parecerme este un sitio entrañable. No ideal para el suicidio o para ser asesinado, pero sí para recibir una paliza o darme de cabezazos contra el tocador del baño.

Una vez estuve en Copenhage. No física, pero sí mentalmente. Un amigo de mi infancia estuvo allí y me trajo una colección de postales de aquel lugar. Detrás de cada una de ellas, me contaba alguna anécdota del viaje, algo que le había recordado el sitio que en la imagen salía, o banalidades varias sobre el momento de adquirir una u otra instantánea.
Esas postales fueron para mi amigo lo que tú para esta gente. Eres, muchacho, como el torso desnudo de una instantánea comprada en un mercadillo. Vale más tu cruz que tu cara. Valen más tus silencios que tus palabras, como para mi amigo valió más la parte trasera de las postales que las propias imágenes que en ellas se reflejaban.

No tomes a mal mis palabras. Después de todo, los gallegos somos así. No sabemos si vamos o venimos, no sabemos si sí, si no, o si todo lo contrario. Y a veces, ni tan siquiera parece que sepamos más que escuchar. Es algo que con nosotros va de suyo, como el acento. Me pasa a mi, le pasa a la gente del pueblo, a Rouco Varela, ¡no ibas a ser tú una excepción!
De algún modo, todos somos como esas postales de Copenhage. Siempre creemos tener algo que mostrar, o algo que enseñar, y lo único que realmente tendemos a hacer con acierto es escuchar. Lo único que puedes hacer frente a ello es ser más listo que el resto y empezar a cobrar por hacer la labor que a un psicólogo corresponde. Y qué que no hayas cursado tales estudios, al fin y al cabo, ellos utilizan igualmente tus hombros como clinex, ¿no?

Sería un buen negocio si te falla eso a lo que te dedicas. No necesitarías ni tan siquiera alquilar ningún local para ejercer, pues te bastaría con sentarte a esperar, como habitualmente haces. Lo único que diferenciaría tu situación actual de ello sería que la borrachera diaria la pagarían quienes sus penas te cuentan, pero no en calidad de ebrio, sino en calidad de paciente. Y es que a mi la paciencia cuando visito a Ernie en el Savoy no me hace falta, ya que al fin y al cabo aquella gente y sus historias son interesantes, pero esto, aún en tal apariencia, cambia radicalmente cuando posas tu mirada en aquella esquina y ves a aquellos tipos, o peor aún, cuando la posas en la esquina de enfrente y ves como con la suya los desnudan aquellos híbridos obtenidos de entre una zorra y un lagarto.

Definitivamente, es el futuro que te auguro si algún día la crisis arriba a tu vida. Ya te he dicho alguna vez que la videncia no es mi fuerte, pero en ocasiones como esta, sí lo es la evidencia. Y qué si no tienes el título que te permite ejercer, te basta con lo que de la vida aprendes. Eres psicólogo porque así te ven ellos. De ello ejerces, y hasta ellos han hecho de La Lola's tu lugar de trabajo, como lo para mi lo es el Savoy de culto.
Sólo te falta, muchacho, recibir y enmarcar en esa pared húmeda una postal de Copenhage cuyo dorso hable más y calle menos de lo que tú serás jamás capaz para dejar de serlo de hecho y pasar a serlo de derecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario