jueves, 21 de mayo de 2009

Sexo con seso

Qué bonita noche esta, ¿no crees? La noche. Luz lúgubre y tenue. Buena música y una botella de ron. Tan sólo falta la compañía de una fémina y un par de profilácticos para hacer de esta noche perfecta.

Pensando con la testa que sobre los hombros tengo, he llegado a la conclusión de que el sexo no lo es todo. Después de lo acontecido el otro día en el servicio, suelo intentar aderezar mi avidez sobrevenida de sexo con seso.

Lo que ocurrió sólo responde a algún tipo de correctivo divino. No me sorprende, tampoco. Es obvio que este no es lugar para una señorita. Dios me mandó al instante un correctivo por pretender corromper a una de sus vírgenes. Él mismo sabe que mi imperio daría por algo más que romper con su idem.

El caso es que no me esperaba algo así. Jamás me había dispersado de tal modo. Y todo por una puta reseña escrita en una puerta, como mil hay en cada servicio de cualquier rincón no ya como este, sino como cualquiera. De hecho, no era ni tan siquiera la primera ocasión que leía esa frase. Sin embargo, si fue la primera vez que pensé en algo al hacerlo. No pudo llegar esa reflexión en mejor momento…

Siempre he pensado que, en ocasiones, hay más literatura en un beso que en el sexo, aunque tienda este a ser más propenso a una manifestación más o menos irracional mediante algo similar a algún tipo de vocablo. Así entendí sus besos, como pura literatura, aún dándose en mis bajos.

Bajos eran mis instintos, pero supe, sin embargo, diferenciar un buen francés de aquella postal divina llegada por correspondencia. Esta se establece mediante la diferenciación en la frecuencia con que la remitente recita un beso o regala un verso. Dios sabe que cualquier otra meretriz me habría hecho lo primero. Ella, chico, hizo lo segundo, y con gran destreza, me permitiría añadir.

Estaba a punto de abrirse el cielo sobre mi, ante tal éxtasis sexual cuando no tuve mejor cosa que abrir aquella postal. "Hoy no es hoy, sino mañana", decía la nota en papel reciclado que dentro había. Y sin previo aviso, el ascensorista decidió descender de las puertas del cielo al sótano del infierno.

Hoy no es hoy, sino mañana. Una de las múltiples citas poéticas que rezan en los servicios de La Lola's. Al diablo vendería mi alma por poder disfrutar de otro instante en el obviar cualquier tipo de encuentro con ella, salvo que la cita llevase consigo el conocer al malnacido que la escribió. Primero le rompería la cara. Luego le preguntaría si, como mi mente aseveró en ese momento, cree él que el hoy es el futuro más inmediato que precede a un mañana mejor.

Eso me aseguró mi conciencia en el preciso momento en que creía acercarme al final del tunel. En lugar de un ser querido, al otro lado estaba alguien con un cartel que rezaba "hoy no es hoy, sino mañana", y no tuve yo mejor cosa que pensar en un mañana mejor. A la mierda el carpe diem, y a la mierda mi polvo de esa noche. Y todo por pensar en un mañana mejor.

Lo cierto es que, utilizando el seso para interpretar el sexo, mi mañana mejor en ningún momento llegó. Mi mañana mejor era continuar con mi cura, y dejar mi misoginia atrás. En este futuro tan inmediato como el hoy, después de haber pasado aquel mal trago, no encuentro momento para seguir con mi tratamiento.

Quizá esté equivocado. Sólo quién escribió aquella cita puede sacarme de dudas. Aquella cita parecía divina, y se convirtió en lastimosa. Creí que con aquella postal Dios quería desearme una feliz navidad, y más bien me envió con ello un próspero vete al cuerno. Como al cuerno se fueron mi cita con aquella virgen celestial, mi mente y, para que negarlo, mi autoestima.

Lo ocurrido aquella noche me ha hecho recapacitar. Desconozco aún si el mensaje de Dios con el derrumbe de la torre de Babel pretendía decirme que no es ese el camino hacia la salvación, o si lo que me estaba insinuando era precisamente que para mi no existe cura ni redención. Aquella señorita y aquella postal me han hecho devanarme los sesos pensando en el sexo, y aún así, no he llegado aún a ninguna clara observación.

No sé, chico. No entiendo las razones que llevaron a Dios a dejarme en evidencia ante una de sus vírgenes, como no entiendo tampoco el mensaje de qué quiere decir esa absurda reseña. Quizá, llegados a este punto, lo suyo sea pensar en un mañana más clarificador o, quizá, en un mañana mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario