miércoles, 1 de abril de 2009

A medio camino

"Tu vida es un continuo déjà vu de otras vidas, chico. Por tus oídos pasan las imágenes que por los ojos ajenos transitan, y es tu imaginación a la interpretación de sus historias lo que la película al libro. Puede no ser del todo fehaciente. Puede ser más fea la cenicienta de lo que la imaginas. En tu mente, puede ser casi cualquier cosa. Lo que es seguro es que en ningún caso deja de ser la imaginación de una historia que te es ajena".

No le faltaba razón a Alvite cuando te decía que eres como el torso desnudo de una instantánea comprada en un mercadillo. Para las almas errantes que por aquí transitan, eres el medio camino entre ninguna parte y el olvido. No es tu constitución excesivamente delgada, pero sí es delgada la línea que marcas entre dos lugares tan inciertos.
Según yo lo entiendo, el olvido habita en la cesación del recuerdo en la propia mente. Ese recuerdo es relegado a ninguna parte cuando antes de darse tal olvido, este recuerdo se comparte y por otros es ignorado. Contigo, sin embargo, quién sabe por que extraña razón, ese recuerdo se da con un éxito que sólo encuentra parangón en el último film del guaperas de turno.

Tienes tanto gancho, chico, que de no ser tu éxito compartido con Irene, cambiaría el escenario por un cuadrilátero y rescataría al Poli Díaz de los suburbios para golpear de forma más directa si cabe al personal. Sería una opción más sangrienta y menos dialogante, pero más morbosa y menos sexual que el que los golpes los propine con la voz mi chica. De no haber tenido ella éxito, habría probado esa fórmula. Quizá perdiese en denuncias, pero a buen seguro me saldría a cuenta. El papel higiénico gastado diariamente en el servicio de hombres sería claramente inferior. Y es que igual que las heridas no son siempre dolorosas, tampoco sirve siempre como absorbente el papel higiénico, y menos cuando el líquido a absorber es el que estás pensando.

La gente contigo se abre con la misma facilidad con la que moja sus labios en matarratas, pero a ello le encuentro un defecto: Qué la muerte todavía no se te ha abierto nunca, ni con esa ni con una menor facilidad.
No me malinterpretes. También yo tengo la sensación de que es justamente abierta como conquista a esos chicos que luego envenena, pues es el veneno y esta manzana lo que en común tienen ambos. Eso, y que los dos frecuentaban el local, cosa que la muerte no hace.

El nuevo cadáver era en vida al sexo lo que la muerte a la necrofilia. Le gustaban tanto las peras, que dice nuestro amigo el inspector cantante que murió por un indigesto de ellas. Se ve que además de salir al escenario con Irene, en su tiempo libre debe gustarle el disfrazarse de Grison. De ello y de humorista, pues sino no me explico no sólo que juegue a ser CSI, sino también que frivolice con algo tan serio como lo último que una de sus víctimas, a priori, se llevó a la boca.

Qué tipo de peras eran, sólo la muerte lo sabe, aunque lo cierto es que el que apareciese con los pantalones por los tobillos quizá sea indicativo de algo. De algo como el que esa bruja disfruta en esta manzana con su necrofilia tanto como los arrastrados recibiendo sus sacramentos. No creas que me importan en demasía sus gustos en la cama, siempre que a quién se tire en el hoyo no sume más de dos neuronas. Después de todo, esas escasas neuronas son el sacrificio que debo pagar porque ella coloque mi local en el mapa.

No es eso lo que me preocupa, sino que siendo esto una república bananera, quizá por ello acabe convirtiéndose en un país plagado de melones. No me importa, siempre que el sacrificio no sea excesivo. Y es que además de neuronas, con lo que la muerte viene haciendo, corro peligro de perder también clientela. Puede esta asegurarme más limpieza, ya que más limpias suelen ser las mujeres, pero nunca podrá asegurarme que estas disfrutarán pecando de pensamiento primero y confesándote ante ti después como día tras día ocurre.

Por ello, chico, me gustaría ponerle una copa a la muerte y saber porqué estando esto a medio camino, se empeña en mandar postales a ninguna parte desde el olvido. Quisiera que se sentase postal en mano y escribiese en su dorso porqué siendo este tan perfecto purgatorio en vida, se empeña en desahuciar a los arrastrados olvidados y en enviarlos a sólo ella sabe a qué parte.

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