martes, 20 de abril de 2010

Veinte de abril, malos tiempos para la blanquivioleta...

Cuentan las malas lenguas que veinte años después de aquella, Jesús Cifuentes se ha cansado de esperar respuesta de la fría pucelana a la que iba su letra dirigida. Bastante paciencia ha tenido, pensarán. Pues sí. Yo no hubiera aguantado tanto.

Los lugareños cuya adolescencia o madurez transcurriese en los principios de los noventa recordarán mejor que el pipiolo que les escribe que la letra decía algo así como ya no queda casi nadie de los de antes, y los que hay, han cambiado…

Llegados a este punto, más de uno habrá pensado en lo poco original que resulta hablar hoy del grupo vallisoletano y su canción. No obstante, ¿puede alguien presumir en tal día como hoy de por lo menos no haberla tarareado?

Cuando he hecho referencia a ella, seguro que todos han caído. Y quien diga que no, miente. Por el contrario, no lo ha hecho nunca la letra de Cifu y sus chicos, y hoy sigue sin hacerlo.

Seguro que más de uno y de dos han creído alguna vez que estaba escrita para aquella ocasión en que su mejor amigo dejó el grupo por la chica guapa de turno, o que en su siguiente concierto la pieza le sería dedicada por haber sido capaz de soportar que aquella chica tan maja y encantadora se reencargase en pija una vez licenciada en burrología y letras.

Les confieso que incluso yo he pensado mucho en ello, con una diferencia. Uno, que es un enfermo del fútbol, no deja de pensar hoy en que la canción va como anillo al dedo de nuestro Real Valladolid. Porque, díganme, ¿qué nos queda de aquel ascenso en Tenerife fraguado hace tres años?

Apenas unos pocos de los actuales jugadores vivieron aquel hito. Y los que siguen vistiendo la blanca y violeta, vaya si han cambiado. Igual que aquella chica del noventa debe ser hoy un adefesio, para ellos el tiempo no ha pasado en valde. El rendimiento, como el físico, ha ido en deterioro.

Pero no querría uno quedarse anclado en el noventa y en cómo los designios del tiempo han tratado a los que otrora fueron héroes. Como uno no lleva demasiado en la ciudad, inexorablemente ha de hablar de lo que conoce. De los gallegos.

Por eso les invito a que cojan su máquina del tiempo y escriban en su pizarra “Vigo – 1983”. Cuando lleguen, aparecerán en el local de ensayo de Golpes Bajos, un grupo local cuya letra más recordada sería la que hablaba de los malos tiempos para la lírica.

Me gustaría que aquellos que no se sintieron especialmente aludidos con la anterior canción pensasen ahora en esa premisa. ¿Se ajusta o no con la situación actual de nuestro Real Valladolid? Si los pocos nos quedan de aquel reverdecimiento de laureles en las islas hace tres campañas han sido castigados por el tiempo, piensen en nuestra situación actual.

Tres entrenadores en una temporada, una dirección deportiva inoperante y/o incompetente, un presidente superado por todo lo que le rodea, unos jugadores apartados o en la picota por excederse en sus hábitos fuera del verde, otros inexpertos o por debajo del rendimiento presupuesto…

Esta semana, la del veinte de abril, el Valladolid se la juega en El Molinón. Corren malos tiempos para la blanquivioleta. Toca ganar o morir. Como ambas canciones, atrás queda nuestra gloria…

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