A veces, como a Pedro le ocurre en el anterior relato, uno tiene la sensación de querer contar algo y no saber el qué. Otras, las menos, directamente no existe nada que contar, y uno se refugia en el alcohol. Y otras, sin ni tan siquiera alcohol, uno acaba escribiendo sin saber bien sobre el qué.
Para Pedro el alcohol es un estímulo, para mi, en ocasiones, lo es la música. Es de recibo, pues, acompañar al último relato de una canción donde se mencione la bebida.
miércoles, 18 de febrero de 2009
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