No tengo ninguna alhaja que ofrecer. Ni tan siquiera bisutería fina 'Made in China'. Nada más que joyas del maestro, como este tributo a su vieja y malograda amiga.
Sé que va contando por los rincones las historias que se vierten sobre la barra. Pero hoy me toca hablar a mí, hoy contaremos, muy a su pesar, mi versión de la historia… Había sido una tarde lluviosa, aquí la presente merodeaba por la ciudad con olor a cenicero en los bolsillos. Un mohoso callejón con olor a orines atrajo mi atención (quizás por similitud con más de uno que me había tocado conocer últimamente). La puerta del garito tenía un cartel luminoso en tonos rosas, azules y verdes pero con algunas bombillas fundidas que le daban un aire arrastrado al lugar. No lo pensé dos veces, paré solo unos segundos ante la puerta para lanzar una colilla al charco más cercano y encenderme mi último cigarro. Con una caída de ojos desde la que cualquiera de los allí presentes hubiera querido suicidarse cogiendo impulso desde una pestaña y lanzándose de cabeza al vació rebotando en un pezón y cayendo a ras de la piel y a lo largo de las piernas como si de la fría y rugosa pared de piedra de las cataratas de Iguazú se tratase, entré en aquel club…
Bienvenidas todas aquellas almas errantes que por El Rincón de los Arrastrados transiten, un rincón donde cualquier estrella o estrellado puede verse representado en los personajes de los distintos relatos que aquí vayan apareciendo, sean de mi propia cosecha o de la de algún vecino iluminado.
Así mismo, podréis aderezar dichos relatos con la música que mejor los defina, que será habitualmente aquella en que estén inspirados o que más próxima esté al cáriz del relato.
Son ya unos cuantos los clientes habituales de La Lola's Club. Son ya, pues, unas cuantas almas errantes que por El Rincón de los Arrastrados transitan. Sin embargo, son pocos los que se animan a participar.
Me dirijo, por ello, a todos los que conmigo coincidís en el Rincón para deciros que este está abierto a comentarios "sobre el terreno" y muy especialmente a colaboraciones, las cuales muy gustosamente recibiré en mi correo (el cual aparece en los datos personales) y publicaré a posteriori.
Sé que va contando por los rincones las historias que se vierten sobre la barra. Pero hoy me toca hablar a mí, hoy contaremos, muy a su pesar, mi versión de la historia…
ResponderEliminarHabía sido una tarde lluviosa, aquí la presente merodeaba por la ciudad con olor a cenicero en los bolsillos. Un mohoso callejón con olor a orines atrajo mi atención (quizás por similitud con más de uno que me había tocado conocer últimamente). La puerta del garito tenía un cartel luminoso en tonos rosas, azules y verdes pero con algunas bombillas fundidas que le daban un aire arrastrado al lugar.
No lo pensé dos veces, paré solo unos segundos ante la puerta para lanzar una colilla al charco más cercano y encenderme mi último cigarro.
Con una caída de ojos desde la que cualquiera de los allí presentes hubiera querido suicidarse cogiendo impulso desde una pestaña y lanzándose de cabeza al vació rebotando en un pezón y cayendo a ras de la piel y a lo largo de las piernas como si de la fría y rugosa pared de piedra de las cataratas de Iguazú se tratase, entré en aquel club…